Esta comida hace referencia a lo extraño y lo extravagante, lo infrecuente, inusual o insólito. Los seres humano son omnívoros ya que consumen alimentos de origen animal y vegetal y toda clase de cosas, desde secreciones rancias de glándulas mamarias a hongos o rocas, o si se prefieren los eufemismos, queso, champiñones y sal.
Es importante reconocer que en muchas ocasiones en un lugar es muy común comer ciertas cosas que para otros no es factible. Personas nacidas y educadas en los Estados Unidos aprenden a disfrutar las carnes de vacuno y de porcino pero no de las de cabra o de caballo, o de las larvas y saltamontes. Y con seguridad no serán aficionadas al estofado de rata. Sin embargo, la carne de caballo les gusta a los franceses y a los belgas. Los occidentales se abstienen de comer perros fundamentalmente porque constituyen una fuente de carne ineficaz, y porque disponen de toda una variedad de fuentes alternativas de alimentos de origen animal. En China, por ejemplo, donde la escasez perenne de carne ha dado lugar a una pauta bien arraigada de vegetarianismo involuntario, el consumo de carne canina es la norma, no la excepción.
Qué variadas son las costumbres humanas, y cuánta diversidad de productos naturales se emplean en las comidas y surten las mesas en las distintas regiones del mundo, los indios occidentales comen gustosamente renacuajos, que los paisanos se horrorizarían de ver y aún de nombrar, y no desdeñan las langostas fritas y las hormigas, y tienen por exquisitez muchas cosas que nunca comería ningún otro habitante del mundo. El gusano de seda, por ejemplo, es probable que sea el menos asqueroso de la lista, aunque comer insectos no es exclusivo de Asia pues en México y en algunos otros lugares también se comen y tienen muchas proteínas.
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